Sigo marcado por mi pasado, y eso hace que no confíe en nadie más que en las personas que ya conozco. Pueden suplicarme amor, pero yo no creo en él, solo disfruto del placer de las mujeres, y no me interesa nada más que lo que tienen entre sus piernas. Eso es lo que hay en mí, todas saben que es lo único que puedo ofrecerles… Solo un par de horas en una cama.

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Desde que lo vi en mis quince se ha tatuado en mi alma, todos me dicen “no mires a Santos Domínguez”. Pero en silencio me dejo seducir por ese porte de hombre seguro, de saber lo que quiere y a donde va, con esa preciosa sonrisa de lobo al asecho.

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Sé que no me conviene, pero algo dentro de mí implora que lo ayude, para que vuelva a confiar, para enseñarle a amar, y lo haré, así me queme en el proceso, pero es mi decisión, me arriesgo a que sea él quien me enseñe, y no descansaré hasta lograrlo.